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Cuatro años después del inicio de la pandemia de COVID-19, muchos países siguen reportando un exceso de mortalidad considerable en comparación con los niveles previos a la pandemia. Este exceso de mortalidad, que incluye tanto muertes directas por COVID-19 como aquellas relacionadas con complicaciones de salud subyacentes, presenta un desafío persistente para los sistemas de salud y el sector asegurador. A medida que el mundo continúa lidiando con las consecuencias de la pandemia, las aseguradoras de Vida y Salud deben evaluar los impactos a largo plazo de este fenómeno y ajustar sus estrategias para enfrentar un panorama de mortalidad cambiante.
El impacto prolongado del COVID-19 en la mortalidad global
El concepto de "exceso de mortalidad" se refiere al número de muertes que exceden lo esperado en un periodo determinado, tomando en cuenta las tendencias demográficas y de salud previas. Según datos del Swiss Re Institute, incluso después de ajustar los informes de mortalidad, muchos países aún reportan un exceso significativo. Por ejemplo, en 2023, Estados Unidos registró un exceso de mortalidad de entre el 3% y el 7%, mientras que en el Reino Unido fue del 5% al 8%. En otros países, como Canadá y Japón, las tasas de exceso de mortalidad también fueron elevadas, alcanzando un 5.9% y 6.8%, respectivamente.
Estos datos sugieren que la pandemia no solo ha sido un evento de mortalidad aguda, sino que también ha tenido un impacto duradero en la salud pública, incluso en países con sistemas de atención médica robustos. Las causas principales de este exceso de mortalidad son las enfermedades respiratorias, cardiovasculares y, en menor medida, el cáncer. En Estados Unidos, por ejemplo, el 63.2% del exceso de mortalidad entre 2020 y 2023 estuvo relacionado con causas respiratorias, siendo el COVID-19 el factor principal.
Retos para el sector asegurador de Vida y Salud
El exceso de mortalidad plantea importantes desafíos para las aseguradoras de Vida y Salud. Las proyecciones indican que, en un escenario pesimista, la mortalidad podría mantenerse por encima de los niveles pre-pandémicos hasta 2033. Las aseguradoras enfrentan la necesidad de ajustar sus reservas y estrategias de suscripción, tomando en cuenta estos posibles escenarios. Esto es crucial para gestionar el riesgo y asegurar la viabilidad a largo plazo de los productos de seguro de vida.
Una de las principales preocupaciones es el impacto a largo plazo del COVID-19 en la salud cardiovascular. El informe del Swiss Re Institute señala que, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, se ha registrado un aumento significativo de muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares desde 2020. En Estados Unidos, se observó un incremento del 14.9% en las muertes por enfermedades cardíacas durante la pandemia, lo que sugiere una relación entre el COVID-19 y el deterioro de la salud cardiovascular.
Perspectivas a futuro: optimismo vs pesimismo
El Swiss Re Institute modeló dos posibles escenarios para el futuro de la mortalidad global: uno optimista y uno pesimista. En el escenario optimista, el exceso de mortalidad desaparecería para 2028, con las tasas de mortalidad regresando a niveles previos a la pandemia. Este escenario está basado en la premisa de que las mejoras en la atención médica y la vacunación reducirán las complicaciones a largo plazo del COVID-19, y que la mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares y respiratorias disminuirá paulatinamente.
En contraste, el escenario pesimista sugiere que el exceso de mortalidad persistirá hasta 2033. Este escenario supone que las secuelas a largo plazo del COVID-19, como el "long COVID" y las complicaciones cardiovasculares, seguirán contribuyendo a tasas elevadas de mortalidad. Además, este escenario también toma en cuenta el impacto de factores como el deterioro de la salud metabólica en la población, que podría incrementar la prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión.
Implicaciones para las aseguradoras
Las aseguradoras de Vida y Salud deben estar preparadas para adaptarse a este nuevo entorno de mortalidad prolongada. Es esencial que ajusten sus modelos de riesgo y pricing para incorporar la posibilidad de que la mortalidad se mantenga elevada durante varios años. Además, deben monitorear de cerca los avances en el tratamiento y la prevención de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como las mejoras en la gestión de las secuelas a largo plazo del COVID-19.
El futuro del exceso de mortalidad tras la pandemia de COVID-19 es incierto, pero las aseguradoras de Vida y Salud deben estar preparadas para cualquier escenario. A medida que el mundo continúa adaptándose a las nuevas realidades de la salud post-pandemia, será fundamental que el sector asegurador ajuste sus estrategias para mitigar el impacto de este exceso de mortalidad en sus carteras de seguros. La adaptación y el monitoreo continuo serán claves para garantizar la estabilidad financiera y la protección adecuada de los asegurados en un mundo post-pandémico.
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